Los regatistas del Club Nàutic Cambrils Món Cañellas, Ricard Castellví y Alberto Guillén conquistaban la 43ª Copa del Rey MAPFRE en ORC C y el Campeonato de Europa hace un mes. Los tres empezaron en Optimist de pequeños y les une una gran amistad desde hace años gracias al Club Nàutic Cambrils.
Món y Alberto, tenéis 29 años y tú, Ricard, 26. ¿Cuándo empezasteis a navegar y por qué?
Món: Yo a los 3 años ya subía al patín catalán de mi padre. A los 8 años hice un curso de vela en el Club Nàutic Cambrils. La verdad que al principio me empujó un poco a mi padre. Yo era de fútbol. Los compatibilicé hasta los 12 años. Entonces elegí la vela porque me gustaba más y se me daba mejor.
Ricard: Yo de pequeño ya iba con el crucero de mi padre. Y lo mismo, hice cursos de vela aquí también y entré en el equipo de regatas. Y sobre todo, viendo a otros regatistas como Món o Leandre, quise seguirles y hacer regatas.
Alberto: Yo a diferencia de ellos empecé en el Club Nàutic Salou, ya que soy de allí. Y también con un curso de vela de verano. Pero estuve unos años sin navegar. Lo retomé con 14, que entonces ya competía, y en Cambrils pasé con 16 o 17 años. Fue con láser radial y porque el equipo de Cambrils era mucho más fuerte. Mi padre no tenía embarcación y fue a raíz de hacerme regatista que se compró una y se hizo socio del Club Nàutic Cambrils.
¿Qué títulos destacaríais de vuestra etapa en vela ligera?
Món: Quizás el Subcampeonato de Europa y del Mundo Sub21 de Láser radial.
Ricard: Sexto del Mundo de Ilca 7 Sub 21 y Campeón de España de Ilca 4, 6 y 7.
Alberto: Yo los de Subcampeón de España de Láser radial dos veces.
¿Cómo disteis el paso de la vela ligera a crucero?
Món: Todo empezó gracias a la apuesta del proyecto Latinia Youth Sailing Team, en 2016, en el que la Junta Directiva vio una gran oportunidad para potenciar un grupo de regatistas con talento. Para mí fue una excelente forma de dar continuidad a los regatistas, y lo que siempre reivindico. Mucha gente se pierde. Cuando termina la etapa de la vela ligera y llega la Universidad, vas a Barcelona, ya no estás al mismo ritmo de bajar el fin de semana y entrenar. Cuando dejas la vela, falta el nexo en la vela de crucero. Y es una lástima, porque es divertidísimo. El ambiente que se crea a mucha gente le gustaría, pero no llegan a conocerlo. No tiene una forma de acceder.
Nosotros tuvimos la suerte de que se creó el proyecto Latinia Youth Sailing Team con el J80 del CNCB. Fue un acierto estratégico que desde la Junta Directiva se viera un grupo potente de regatistas del Club al que se nos permitió en ese momento entrar en este mundo del J80, del que aprendimos mucho. Se buscó la continuidad, tantas veces imposible. Con el Latinia Youth Sailing Team se gestó, salió bien y de una u otra forma se dio continuidad y se ha mantenido el talento.
Alberto: Los resultados no fueron del todo malos, fue más una escuela y a partir de ahí, ¿qué pasó? Pues que aparecen oportunidades. Hicimos una Copa del Rey con el Món de l’Ona. Luego nos llamaron de un equipo porque nos habían visto con el J80.
Ricard: Aunque anteriormente yo ya había hecho dos Copas del Rey con ellos, lo compaginaba con Ilca, porque soy más joven y hasta la temporada pasada estaba todavía navegando con Ilca. Sin embargo, ya hace dos temporadas que me han ido llamando por algunas regatas específicas y me he ido formando en crucero.
Hasta que llegó la compra de una embarcación.
Món: Sí. Decidimos comprar entre Alberto, otro tripulante y yo un J70. Se llama Hang Ten, que es un truco de surf, que significa diez dedos colgando. Le pusimos porque con ese barco se trabaja mucho con el peso.
¿Cuál ha sido la evolución que habéis notado desde que empezasteis?
Alberto: Con el J70 hemos aprendido a ser más responsables, a liderar los proyectos, a buscar a los patrocinadores. Técnicamente cambia bastante de la vela ligera, sobre todo a nivel de trimaje. Hay muchas cosas que vas aprendiendo.
¿Cómo vivisteis la última Copa del Rey?
Ricard: Muy emocionante y muy dura, la verdad. Yo terminé muy cansado de no parar, de trabajar. Sin embargo, la viví como otra regata que hemos hecho juntos. Sí íbamos con un equipo más preparado, con material mucho mejor. Llevábamos un regatista a bordo que sabía mucho y que nos dirigía bien. Y haciendo las cosas bien al final terminamos ganando una Copa del Rey que en ese momento yo no era consciente de lo que era. Pero que mi sensación era simplemente hacer una regata normal, como siempre, tratándonos como siempre.
Món: Te cuento una anécdota curiosa. Éramos ocho en el barco y Ricard no iba a venir. En la previa vimos que nos faltaban dos manos, pero por tema de peso, no podía ser alguien con más de 70 kilos. Yo siempre que puedo, llamo a Ricky. Y cómo sé que es responsable, sube y baja de peso. Le llamé y le dije: “Ricky dentro de un mes o dos meses ¿cómo te ves para ir a la Copa del Rey?/ Sí. /¿Cuánto pesas?/ 78./ ¿Te ves de aquí en la Copa del Rey bajando a 70 kilos?/ Sí./ Me respondió sin pensárselo dos veces. En el pesaje oficial hizo 69,3kg. Se pasó dos meses amargado, pobre. (ríe)
Alberto: A mí, comparando cómo hacemos las cosas normalmente, encontré que esta vez evolucionamos a más profesionales. Creo que ganamos la regata en parte gracias a su gestión previa. Es un salto cualitativo del equipo. Nos ha hecho mejores regatistas. La preparación es una parte que no vemos tanto. La diferencia es que en esta pensábamos las cosas con ninguna. En otras regatas, con poco presupuesto o con pocos recursos, hemos hecho mucho. Hemos ido tarde, hemos tenido que improvisar o hemos tenido que echar más talento para compensar recursos. Esta vez hemos disfrutado más de la 43a Copa del Rey MAPFRE porque se han juntado recursos con talento.
¿Cuál es el siguiente reto?
Món: Ahora estamos un poco en transición, ya que debemos renovar el ciclo.
Alberto: De momento nos hemos comprado un Waszp, un barco volador. Somos como niños, hemos recuperado la ilusión.
Món, tú eres la tercera generación de socios del Club, ¿qué es para ti el Club?
Lo es todo. Para mí es mi vida y suena mucho así, pero así es. Es donde he pasado todos los veranos de mi infancia, donde he crecido… No me imagino sin navegar y sin Cambrils, o sea, ya no sólo en el agua, sino el ambiente, los amigos, el Barlovento…
¿Y para ti, Ricard?
También algo parecido a Món. Estoy desde pequeño, es un lugar donde he pasado muchas horas. He hecho todos mis amigos aquí.
Para ti, Alberto, ¿qué es el Club Nàutic Cambrils?
Para mí, a diferencia de Món y de Ricky, fue un lugar de acogida, que también tiene un significado especial distinto, porque yo no nací allí. Mis amigos no estaban de allí. Seguro que me tenían tirria cuando llegué. (ríe). Y ahora es mi casa. Desde que entré, ya no he salido. Mis padres se hicieron socios, mi hermana entró en el equipo de regatas y compite por Cambrils. Llevo el Club Nàutic Cambrils en el corazón.
Ricard, ¿tú ya has dejado el Ilca?
Sí. El pasado año hice mi última regata importante. Y ahora, pues navegando con nuevas clases como Waszp, Jota y crucero.
¿Qué consejo les daríais a los niños y niñas que ahora están empezando a practicar vela?
Alberto: Algo que me parece super importante es la continuidad. Es la clave de todo. A partir de los 16 es complicado seguir. Todos somos muy felices navegando hasta los 16. Pero mantener el poder navegar en tu vida es algo muy bonito y me gustaría que llegara a más compañeros. Y disfrutar.
Hay un momento que tienes que apuntarte el equipo de regatas y el primer invierno quizás no te acabas de enganchar, puede que sea duro. Yo por ejemplo le cogí miedo y volví al fútbol. Pero volví a la vela, porque cuando pruebas la vela ya no puedes dejarla.
Món: Alberto es un friki de la vela. Cuando le conocí construía barcos de cartón. Los echaba a la piscina y todos se le hundían. (ríe). Pero cada día probaba cosas nuevas y ha acabado siendo ingeniero naval y dedicándose a ello. Es una bonita historia.