Entrevista a Vicente Huélamo: “En el barco estoy estoy totalmente centrado en navegar y me olvido de las preocupaciones”.

Vicente Huélamo nació en Madrid hace 64 años. Tan solo hace un año que es socio del Club Nàutic Cambrils. Afirma que es una excelente decisión, la cual aprovecha al máximo por su amor al mar y a navegar.

¿Dónde se crió?

En muchos lugares. Mi padre trabajó en el petróleo. Mi padre ha sido trabajador de Repsol casi toda su vida. Yo no estaba en el mismo colegio más de 2 años seguidos. Estuvimos viviendo en Sudamérica, en el sudeste asiático y en África.

¿Recuerda algún lugar con especial cariño?

Quizá lo que más recuerdo en esa época es Brasil. Eran los años 70. Nada que ver con ahora, era el Brasil de las películas.

¿Qué carrera estudió?

Ingeniería superior de minas en Madrid, porque cuando empezamos la Universidad, pues ya claro, fue imposible seguir viajando. Además, mi padre fue destinado a Tarragona.

Siguiendo los pasos de su padre.

Sí. Igual que mi hermano. Estudiamos lo mismo. Él entró en Repsol. Yo entré en lo que era antes Unión Española de Explosivos. Hice algunos trabajos antes en otras empresas, pero básicamente este fue mi trabajo definitivo y ahí he estado 35 años. Siempre viajando. Yo era punta de lanza, para abrir empresas nuevas en otros países. Enseguida me fui a África a desarrollar el negocio allí. Estuve 5 años viviendo en Ghana. Después 3 años a Sudamérica, en Bolivia, y después la empresa me trasladó a Estados Unidos. Allí, en Salt Lake City, en Utah, nacieron mis hijas hace 19 años. Son gemelas.

¿Y a todo esto, donde conoce a su mujer?

Pues entre medias, en Salou. Ella es de Zaragoza y tiene un apartamento en La Pineda. Cuando mi padre vino a trabajar a Tarragona, vivía en Salou y veraneábamos aquí. De hecho, mi padre tuvo una motora en aquí en el Club, pero nunca se hizo socio.  

¿Y a usted le gustaba navegar?

Sí. Siempre he tenido mucho contacto con el mar. Siempre hemos vivido en lugares de costa. Con la lancha aquí, estábamos todo el día pescando, haciendo esquí acuático…  era una pasada. Y claro, que a mí se me quedó aquello. Yo siempre quise mantener la afición, pero es que trabajando me ha resultado imposible. Ahora ya puedo, gracias a una jubilación anticipada de mi empresa y un nuevo trabajo que me permite teletrabajar.

¿Sigue viajando?

Sigo viajando, pero por Europa. Son viajes más cómodos que antes, y tengo más tiempo viviendo aquí en Cambrils, donde tengo una casa desde hace veinte años.

¿Su hermano vive en Cambrils?

Sí. Hace muchos años ya. Como curiosidad te diré que se casó con la hermana de mi mujer. Ellos tienen dos hijos. Él también navega. Y como a mi, le encanta Cambrils y el Club. Fíjate que lo conocemos desde hace muchísimos años. Ha cambiado mucho a nivel de instalaciones, servicios, espacio, los canales, las distancias, o sea, todo.

¿Cuándo compró su embarcación?

Hace un año, una vez que me estabilizo con mi nuevo trabajo. Mi familia sigue viviendo en Madrid, pero yo estoy prácticamente más instalado aquí en Cambrils gracias al teletrabajo. Para mi vivir en Madrid ya no tiene demasiado atractivo. La calidad de vida es otra. Aquí tengo el náutico a 7 minutos de mi casa.

Mi familia sigue viviendo en Madrid, ya que mis hijas están en la Universidad allí.

Así que hace dos años me saqué el PER en la Academia Náutica del Club, con Agustín. Yo quería una motora, pero él me convenció comprar un velero.

¿Cuál?

Uno de 13 metros. Taita.

¿Taita por?

Por mi perro. Se llamaba así. Era un dogo argentino que vivió conmigo en África, pero al cabo de un tiempo me lo tuve que traer porque allí tuvo un montón de enfermedades. Era muy bueno con la gente, pero una bestia de perro. Era todo fuerte y de color blanco y siempre me ha quedado la cosa de Taita. Cuando buscábamos nombres para el barco, supimos que el suyo era el idóneo.

¿Y entonces, qué tal esta nueva vida, abierta al mar?

Pues todavía estoy empezando a descubrirla. Llevo realmente poco tiempo. El barco está aquí desde diciembre del año pasado. Este ha sido el primer verano, no he hecho ninguna travesía larga fuera de ir por aquí por la costa, cogiéndole a poco a poco el feeling al barco.

¿Cómo ha ido el primer verano?

Pues hemos tenido de todo. Situaciones complicadas por inexperiencia, ¿sabes? Solo todavía no me atrevo a ir muy lejos, por si acaso. Sobre todo, por las maniobras de atraque. Tengo que cogerle más el tranquillo. Recuerdo que al principio de verano íbamos en familia y nos pilló una fuerte tormenta en la entrada del puerto de Tarragona. Sufrimos lo indecible hasta que se pasó.

Teniendo a la familia en Madrid, ¿con quién sale?

Con mi hermano.

¿Por qué recomendaría el Club Nautic de Cambrils?

Bueno, pues, yo es que estoy muy acostumbrado a este, claro, y salvo el náutico de Salou, no conozco otros clubs. Sí que he estado comiendo muchas veces en el de Sitges, en el de Barcelona y tal, pero claro el CNCB es que está en el pleno pueblo y siempre lo asocio al pueblo, ¿no? Entonces para mí es una parte muy importante del entorno, o sea, yo no concibo Cambrils sin ver el club náutico, ¿sabes lo que te digo? Hablo con muchos extranjeros que vienen aquí, transeúntes y mis vecinos de amarre y todos coinciden en lo mismo, que pocos puertos, pocos clubs náuticos hay como este, con esta ubicación tan favorable. Sales y lo tienes todo a la mano.

¿Se ha integrado bien con el resto de socios?

Sí, intento además participar en los eventos sociales. Lo que pasa que como muchas veces estoy solo, pues me cuesta más. Aunque también es una ventaja, es una forma de también de conocer gente. Ahora es cuando más tiempo estoy pasando en Cambrils. Antes solo en verano y Navidad.

¿Por qué le gusta navegar?

A mi el mar me lo da todo. Me encanta navegar, me encantan los deportes acuáticos, me gusta nadar, me gusta pescar, me gusta estar en el mar de una forma u otra. Para mi en el mar no cuenta el tiempo. Ya no estoy pendiente de nada, me olvido. Además, salgo con el barco un día, unas cuantas horas, y a pesar de no haber parado ni un momento, no noto el cansancio. Eso sí, al llegar a casa me doy cuenta de que me he pegado una buena paliza. Pero en el barco no lo noto. Y eso significa que estoy totalmente absorto y sin más preocupaciones.