A Javier Alonso le quedan pocos días para cumplir 65 años. Hace casi 18 años que es socio del Club Nàutic Cambrils. Nacido y residente en Madrid, tenía claro que en cuanto pudiese, vendría a vivir a Cambrils para navegar el máximo tiempo posible.
¿Cómo fue su primer contacto con la Costa Daurada?
Con menos de un año mis padres me trajeron a veranear a Salou. En mi caso, mi madre se quedaba con mis hermanos y conmigo, los tres meses de verano, mientras mi padre estaba trabajando en Madrid, excepto el mes de agosto, que venía a Salou. Aquello sí que eran vacaciones para los niños.
Hace sesenta años Salou, era un lugar familiar, con descampados, caminos y calles donde los chavales podían jugar sin peligro.
Para las personas de mi generación, evolucionamos al mismo ritmo que Salou. Nos divertimos muchísimo con nuestras pandillas, gente de diferentes lugares: Reus, Tarragona, Cambrils, Barcelona, Zaragoza, Navarra, Bilbao. Fue entonces cuando me apasioné por el mar y este lugar
¿Y su primer contacto con la vela?
Cuando tenía 15 años, mis padres compraron un 420. Yo era muy pequeño, pero cuando cumplí 15 años, y mi hermano se quedaba en Madrid a estudiar, empecé a cogerlo yo. Todas las mañanas desayunaba pronto para salir en cuanto había viento. El velero estaba en la playa, lo montaba y me iba a navegar con un amigo que tenía un vaurien, hasta la hora de comer. También fue entonces cuando descubrí mi pasión por navegar.
¿Qué le hizo dar el salto a los cruceros?
Empecé a estudiar arquitectura técnica, y mis vacaciones eran mucho más cortas porque tenia que estudiar para la convocatoria de septiembre. Se vendió el barco, terminé la carrera y empecé a trabajar en Madrid. Tenía un mes de vacaciones y había que repartirlo, y al final solo quedaba una semana para venir aquí.
Tanto de muy joven, como de más mayor, buscaba un rato para pasear por el Club Nàutic Cambrils. Me gusta ir solo para así pasar más tiempo y detenerme en los barcos que más me gustaban.
Me encantaban los cruceros. Para mi era una utopía poder tener uno, no solo económicamente, si no por vivir en Madrid.
Decidí sacarme el PER, y alquilar una semana al año un crucero en las Baleares. Así estuve cinco años.
¿Y luego?
Por circunstancias personales, tuve la suerte de venir todos los fines de semana a Tarragona, coincidiendo con la puesta en marcha del Ave. ¡Que maravilla! Lo cogía el viernes a las 15:30h y me volvía a Madrid el lunes a las 6:30 h de la mañana. Era un esfuerzo económico y personal, pero me compensaba, porque disfrutaba de mis dos pasiones, el mar y la navegación.
Entonces se compra el barco.
Sí. En 2005, un velero Beneteau Oceanis 393 al que bauticé Thalassa (mar en griego), y me hice socio del Club. Al principio como socio transeúnte y al final compré el amarre.
La verdad que he sobrevivido al mundo del trabajo gracias al barco, saliendo casi todos los fines de semana. Para mi, el velero era una forma de desestresarme. Los que vivís aquí no lo notáis, pero en una gran ciudad es otra historia de vida. Porque conocí tarde la vida en un lugar pequeño y cerca del mar, si no me hubiese venido a vivir aquí.
Tengo la suerte de trabajar en una gran empresa que cuida mucho a su personal, y tuve la posibilidad de prejubilarme a los 59 años. Con lo cual me pude venir a vivir a Cambrils en el 2017.
¿Conocía a alguien en el Club Nàutic Cambrils?
No, no conocía a nadie. Yo conocía a gente del Club Nàutic de Salou y noto que es más social mientras que el CNCB es más marinero, sus socios se centran solo en las actividades náuticas. Creo que sería necesario “Espacio para los Socios”, para conocernos mejor. Conozco a la gente de mi pantalán, pero al resto a muy pocos. Cuando me incorporé a la Junta Directiva es cuando empecé a conocer a más gente.
¿Por qué decidió formar parte de la Junta Directiva?
Cuando me hice socio, no tenía mucho tiempo para ver lo que pasaba en el Club, solo dedicaba el tiempo que venía a navegar. Mi vecino de amarre Lluís Bosch, que está en la Junta Directiva, es el que me animo a entrar. Me dijo que iban a iniciarse obras de edificación y que les podía ayudar. Me propuso a sus compañeros de Junta. Como eso era a nivel profesional lo que más conocía, accedí a trabajar con ellos y entré en 2018.
Tuvo que salir sin quererlo
Hace un año tuve un infarto, y al final decidí dejar la Junta por motivos de salud. El tiempo que estuve dentro me encontré con unos compañeros muy responsables y comprometidos con la buena gestión del Club. Tengo muy buen recuerdo de esa etapa, y sobre toto de la gente que forma parte de esa Junta.
Ahora sigue ligado de alguna manera al día a día del Club, además de cómo socio
Sí. Les dije que mientras se hagan obras, si ellos lo desean, les puedo ayudar con mis propuestas, sugerencias y conocimientos. Estoy yendo a las reuniones semanales de obras y ayudando en todo lo posible a Anton Callau, secretario en la Junta Directiva y responsable de edificaciones. En mi opinión lo está haciendo muy bien y con mucha dedicación.
¿Cómo ha visto la evolución del Club?
Yo creo que el Club, desde que me hice socio, ha ido a mejor. El puerto se ha notado que cambiado radicalmente en el último año gracias al hincapié diario que se le está dando. Los pantalanes y marinería han mejorado notablemente, también al esfuerzo de todo el equipo.
Ahora que disfruto de más tiempo, he podido amarrar en más puertos, tengo más criterio y puedo decir que tenemos un nivel bastante alto.
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