Entrevista a Xavier Just: “Navegar es la forma de escapar de la rutina. Son los olores a mar, el recuerdo de mi padre.”

Nació en Reus hace 58 años y hace 12 que es socio del Club Nàutic Cambrils, aunque se pasea desde muy pequeño, ya que su padre era socio desde sus inicios. Trabaja en una multinacional de informática, pero su pasión es la náutica. Se pasó del motor a la vela hace más de una década y navega con su esposa, su perra y su loro.

¿Cuál es su primer recuerdo del Club Nàutic Cambrils?

Yo ya nací con el Club. Mi padre se hizo socio muy joven, cuando aquí sólo había un pantalán de madera, que tenía agua a derecha e izquierda y pasaba con la bici y hacía crack crack crack crack.

Guardo un muy buen recuerdo tanto de los marineros y personal que había en ese momento, como de los socios que para mí eran un referente y ya no están, como el señor Gallau, Màxim Fallada, Aransay y Gispert, que hicieron que amase el Club y el mar. Recuerdo especialmente al marinero señor Piqué, que cuando veníamos con mi madre y después con la que es ahora mi mujer, siempre les dedicaba unos versos del mar y el estado del tiempo, cada día distintos.

¿Su padre les sacaba a navegar?

Sí, a mí y a mi hermano y mi hermana. Mi madre rara vez subía al barco, no le gustaba. Él nos introdujo en el mar. Mi padre era de pesca. Y yo era de pescar.

Era. ¿Ya no?

Yo soy de todo. Mi hermano y yo nos hicimos socios y cuando mi padre faltó, nos quedamos su amarre y la embarcación y la compartíamos. Hasta que me la quedé yo, puesto que mi hermano no navegaba tanto. A mi familia le gustaba mucho salir y cada día que salíamos nos gastábamos 30 o 40€ en gasolina, cuando iba barata… Algo que mi padre quería hacer y que no hizo e hice yo es hacer salidas y visitar otros puertos. Es cuando descubrí la vela y me pasé a ella.

¿Cómo fue?

Lo de la gasolina es demasiado caro, no puede ser. Y en un velero tienes mucha habitabilidad y son mucho más baratos. Hice la ampliación de motor a vela del PER y listos. Vendimos el barco de mi padre y me compré un velero, el Carlota, de 8 metros, que lo tuve 11 años. Y hace dos años lo cambié por el Ferreret, un 11 metros del año 1999.

¿Por qué se llama Ferreret?

Es una rana endémica de Sóller. El antiguo propietario me pidió mantener el nombre y no quise cambiarlo. Son unas ranas muy pequeñas.

¿Qué tal el cambio a vela?

Muy bien, la verdad. Es más deportivo, gastamos poco, contaminamos poco y además a los que vienen a pescar les hace mucha gracia ver a un velero pescando calamares, por ejemplo.

¿Sigue navegando con la familia?

Con mi mujer, mis dos hijos casi ya no vienen, se han hecho mayores. El Ferreret es nuestro apartamento. Es la segunda residencia. Nos hubiera gustado tener un apartamento en Cambrils con vistas al mar, pero es impagable. Entonces mi mujer tuvo la ocurrencia de decir: “¿Por qué en lugar de comprarnos un apartamento con vistas al mar, no nos compramos un apartamento sobre el mar?” Yo le respondí que con el Carlota ya estábamos bien, pero ella insistió en que con un barco más grande, estaríamos más cómodos, y así fue.

También le acompañan otros dos miembros de la familia.

Sí, salimos con nuestra perra, que le encanta, y con un loro que se lo pasa pipa. Lo llevamos en el barco y cuando va por el pantalán la gente flipa. Se llama Curro. Siempre había estado en una jaula y la gente que lo tenía no podía cuidarle. Entonces nos lo dieron y lo liberamos. Así que está por casa, pero el loro no sabe que sabe volar. Cuando está en la cabina del barco está suelto y cuando está en cubierta lo atamos por si acaso. Vienen los niños a saludar a Curro, la gente le silba y él es feliz.

Y a usted, ¿por qué le gusta navegar?

Es la forma de escapar de la rutina. Son los olores a mar, el recuerdo de mi padre. De hecho, cuando estoy navegando pienso muchas veces: “Esto viene por ti”. Si no tienes a alguien que te introduzca en la náutica, es muy difícil.

¿Cómo ha visto la evolución del Club Nàutic Cambrils desde que tiene recuerdo?

Yo he visto al Club desde pequeño y siempre me ha sorprendido mucho la evolución que ha tenido. Recuerdo perfectamente cuando había sólo dos pantalanes, uno de hormigón, otro de madera. Y ves cómo va viniendo gente, cómo se va modernizando. Creo que ahora tenemos uno de los mejores clubs de la costa catalana.

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