Entrevista a Elisa Lozano: «En mi casa decíamos: “Salimos a navegar porque nos apetece porque nos gusta y para disfrutar. Si no disfrutas, para casa”.».

Elisa Lozano tiene 54 años y casi toda su vida ha estado unida al Club Nàutic Cambrils. Su padre, Gaspar Lozano, se hizo socio en 1977 y cuando Elisa cumplió 21 también la hizo socia a ella. Enamorada del mar, navegó desde los 6 años y hasta hace 5. Pero tiene la espina clavada y asegura que volverá a surcar las olas este verano.

¿Cómo empieza tu relación con Cambrils?

Nací en Barcelona, pero cuando tenía seis meses nos trasladamos a vivir a Valls por motivos laborales de mi padre. Pero alquiló una casa en Cambrils para venir los fines de semana. Y es que a los 18 años mi padre se enamoró de Cambrils porque lo descubrió gracias a Rodolfo Font, unos de los socios fundadores del Club Nàutic Cambrils, con quien hizo el servicio militar voluntario de aviación en Reus.

No dudó en hacerse socio del Club.

No. Le encantaba navegar. Íbamos mucho a comer a Can Gatell y allí conoció a Luís Lansac, cuñado de Rodolfo y también socio del Club. Se hicieron muy amigos y compraron un barco que se llamaba Lakuma. Fue entonces cuando se hizo socio del Club. Posteriormente él se compró un barco que se llamaba Trifón.

¿Cuando empezaste a navegar?

A los 6 empecé con el Optimist y estuve compitiendo hasta los 14. Era bastante buena (ríe). Navegaba con Cristina y Fernando Cendra, hijos de Juan Francisco Cendra, que era muy amigo de mi padre. Con 18 años me volví a Barcelona a estudiar Marketing.

¿Qué recuerdos tienes de esa época?

Antes navegábamos de junio a septiembre y luego poca cosa hacíamos. Recuerdo que mi madre nos llevaba a las regatas de otros clubes con su Ford Fiesta rojo, colocando una vaca encima del coche y subiendo ahí dos Optimists.

Dormíamos en casa de los regatistas y cuando competíamos aquí, se quedaban en nuestras casas.

Yo tenía un barco de fibra de color blanco y rojo. Se llamaba Elisa. Mi vela también era blanca y roja. Una vez, que estaba muy sucia, mi madre la metió en la lavadora y se encogió. ¡Venga a estirarla! Quedaba pequeña pero regateaba igual.

Para entonces los padres no te seguían con la zodiac. Aunque mi padre iba con su barco y para hacerme rabiar me gritaba de coña: “¡Chata, que si no ganas te quedas sin postre!” y yo que era muy impulsiva, le soltaba “Déjame en paz!”, me daba la vuelta y me volvía a puerto.

En mi casa decíamos: “Salimos a navegar porque nos apetece porque nos gusta y para disfrutar. Si no disfrutas, para casa”.

De hecho, a mi madre le encantaba navegar, pero se mareaba. Le daba igual. Se tomaba una Biodramina porque no perdonaba no navegar.

Al cabo de los años volviste a Cambrils a vivir.

Sí. A los 32 años, por motivos personales y de salud, regresé. Tenía que ser por unos meses, y mira, aquí sigo. 

De pequeña navegaba con Quique Gascón. Cuando me mudé a Cambrils tenía muchas ganas de volver a navegar. Quique me dijo: “Va, si quieres te enrolamos con nosotros en el Tumbau”. Y salía con ellos muy a menudo. Pero hace cinco años, antes de que lo vendiera, a mi padre lo ingresaron por problemas de salud y esos dos meses de verano no navegué. Y luego ya no salía porque me daba miedo que le pasase algo a mi padre, ya que estaba muy débil.

¿Echas de menos navegar?

Sí. Este verano volveré. Muchos amigos con barco me lo han propuesto pero no estaba animada hasta ahora. Hace 11 meses que murió mi padre y lo he pasado mal, estábamos muy unidos. Su vida era navegar.

¿Tienes la espina clavada de tener tu propio barco?

Sí. Si un día me compro uno, será pequeño y de vela, para que pueda manejarlo fácilmente. Me saqué el PER con 40 años porque me picó mi padre, ya que en casa todos tenían titulación, él, mi madre y mi hermana. Sólo faltaba yo.

¿Por qué recomendarías el Club Nàutic Cambrils?

Por sus instalaciones. Me parece espectacular como ha quedado, a parte de ser un sitio privilegiado. Yo he vivido dos reformas del Club. De la primera tengo fotos que está el puerto seco, lo vaciaron para poder hacerlo nuevo. Además, ahora hay una buena piña de personas.

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