Entrevista a Pedro Baringo: “Me gusta la pesca porque ha sido una forma de tener relación con mucha gente diversa en un ambiente completamente distendido”.

Pedro Baringo nació hace 66 años en Barcelona, ​​pero conoce a Cambrils desde pequeño porque su madre era de Reus y veraneaban aquí. Subió a una embarcación a los 4 años y desde entonces no ha dejado nunca de navegar. Su pasión es la pesca y su lugar de paz, su embarcación In-Loy, que tiene medio siglo de historia.

¿Cuál es su primer recuerdo de Cambrils?

Jugar con los amigos. O estabas en la calle o en el agua. Pero no ibas a la playa, ibas al puerto a buscar cangrejos, gambas, te dejaban un bote y salías a navegar.

¿Su padre ya era aficionado a navegar?

Sí. Él salía a navegar con un pescador de la época que es el padre de Francesc Gil, patrón mayor de la cofradía de Pescadores. Al cabo de los años se compró una barca de madera llamada “Lolita”. Aún no existía el Club. Cuando fundaron el CNCB a los niños nos fue muy bien para obtener mejillones, de las cadenas de la pasarela y para tener cebo para pescar.

¿Cuándo tuvo su primera embarcación?

¿Barco propio? Lo heredamos del padre. Siempre ha sido el de la familia. Mi padre compró la IN-LOY, que fue a buscarla a un náutico de Mallorca. Es un modelo muy parecido a la Verge del Camí. Se lo compró de segunda mano. Se llamaba Norai 1. Le cambiaron el nombre porque lo compraron a medias entre mi padre y mi tío. Y mi tía se llamaba Inés y mi madre le llamaban Loloy e hicieron un juego de palabras.

La IN-LOY lleva cincuenta años formando parte de la familia. Y ya vino al Club en 1974. Yo tenía 16 años.

¿Salían todos a navegar?

Sí, aunque mientras mi padre no vendía Lolita, mi hermano y yo utilizábamos la “Lolita” en verano para pesca y bucear. Cuando la vendió, íbamos todos con In-Loy. Los primeros años a mi padre le gustaba mucho navegar, y fuimos un par de veces hasta Peñíscola y unas seis veces a Columbretes. Y cuando salíamos a pescar, llenábamos la barca de amigos. La gente le dice la golondrina, siempre está llena de gente.

¿Cuántos años de vida le quedan a la In-Loy?

Todos los que dure, es muy dura. Y con el trabajo del padre e hijo Llaves, y la empresa Soler por los repuestos y sus consejos sobre los motores, la tenemos a punto siempre.

Usted es un gran aficionado a la pesca. ¿Por qué?

Mi padre ya pescaba, con la gente que estaba aquí. Para mí ha sido una forma de tener relación con mucha gente diversa en un ambiente completamente distendido. Puede venir un director general, que allí es uno más en pantalón corto que se lo pasa bien o que vomita porque se ha mareado.

¿Pesca a menudo?

Siempre que puedo. Vivo en Terrassa, desde que me casé, pero trabajo en Barcelona. Soy arquitecto técnico y profesor universitario de arquitectura técnica. Todos los fines de semana que puedo, vengo. Y en verano me estoy bastante. Éste es mi lugar, esa es mi vida. En Cambrils se me pasan todos los males.

¿Con quién sale a pescar?

Con todos mis amigos, muchos. En la barca vienen a pescar hijos y nietos de amigos de mi padre. Seguimos con la amistad. Pongo en el chat del móvil: “Hoy salgo a tal hora. ¿Quién trae la tortilla? ¿Quién trae el vino?”. Salimos por la mañana, unas cuatro horas, lo justo para pescar. He tenido siempre amigos aquí. Cuando entré de socio, Cambrils eran cuatro calles. En el pino redondo ibas de excursión. Esto ha cambiado muchísimo. Hoy en día todavía hay viejos que me miran y me confunden con mi padre, me parezco mucho. Se llamaba Pedro. Mi hijo también se llama Pedro.

¿Cuál ha sido la evolución del Club en estos 60 años?

Cuando le conocí era un club muy familiar de cuatro amigos y ha pasado algo mucho más complejo. Antes olía a pescado y petróleo y ahora huele a modernidad. La gente es muy distinta. ¿A peor? No, es lo que debe ser.

¿Qué le parecen las obras de remodelación?

Han quedado bien, sin lugar a dudas.

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