Salvador Martín nació en Las Palmas de Gran Canaria hace 76 años. Se enamoró de su navegación cuando tenía poco más de 20 años. Desde entonces no ha dejado de navegar con su mujer, siempre con el puerto base en Cambrils, del que también se enamoró y se hizo socio del Club Nàutic Cambrils.
Se crió en una isla, ¿ya le gustaba navegar de pequeño?
No. Los barcos no me atraían. En cambio, en verano sólo me ponía los zapatos para ir a Misa y al cine. Vivía en la playa. Gafas y pesca submarina todo el rato. Pero navegar, no tenía tradición de familia ni conocidos.
¿Qué carrera estudió?
Ingeniería industrial. Podía hacerla en Madrid, Sevilla o Barcelona. Me dijeron que Barcelona era lo más parecido a ir al extranjero, y allí que fui. Otra de las razones por las que quería estudiar en Barcelona es porque podría ir en barco desde Canarias. No me imaginaba vivir en un sitio sin mar.
Allí conoció a su esposa.
Sí. Se llama Teresa y es de Reus. Estudiaba Historia del arte. Con ella aprendí el catalán.
¿Dónde fue a trabajar cuando terminó la carrera?
Me salió trabajo en la refinería de Tarragona. Entonces decidimos vivir en Salou, porque hay playa y lo teníamos todo cerca. Pero cuando nacieron nuestros hijos, tenemos a tres, dos chicos y una chica, nos mudamos a Reus, ya que teníamos la familia de mi mujer y era más cómodo.
¿Cómo empezó el idilio con la navegación?
La playa aquí la encontraba aburrida, acostumbrado al fondo de Canarias. En el trabajo, uno propuso ir cuatro matrimonios hasta Ibiza y alquilar allí un velero. La encontré una experiencia maravillosa. Tanto que me compré un 420. Lo tenía en la playa de Salou y salía a menudo. Primero con la mujer y después con los hijos. En invierno lo guardaba en un garaje. Luego lo llevé a la playa de Cambrils. Lo que ocurre es que con la riada de 1994, se lo llevó el agua y apareció un pedazo en la playa de la Llosa! Sólo salvé el mástil y las velas, que lo tenía guardado. Compré un casco parecido en un chatarrero de Reus.
¿Qué hizo después?
Aunque carecía de embarcación, me saqué la titulación de Patrón de Yate en Tarragona. Más adelante, en 2007, con más ingresos, me compré una mayor embarcación, de 11’40 metros de eslora. Se llama Gofión.
¿Por qué ese nombre?
El gofio es un alimento típico canario. Y gofión es aquél que come gofio. Me hizo gracia.
Entonces se hizo socio del Club Nàutic Cambrils.
Sí, porque aunque conservábamos el apartamento de Salou, nos gustaba el Club Nàutic Cambrils. Lo elegimos porque considero que todo es bueno, es grande y seguro, sus instalaciones y personal, y además está integrado en la ciudad. Es maravilloso.
¿Sus hijos navegan?
El mayor vive en Suecia y allí tiene una motora con la que sale a pescar. El segundo recientemente se compró un patín catalán. Vive en Barcelona. Y mi hija se apunta con nosotros.
¿Por qué le gusta navegar?
Porque es una experiencia muy activa y el mar siempre es agradable. Si hay buen tiempo salimos todo el año. El mar me gusta mucho y me dedico a comprar libros de temas marítimos.
Lleva casi 20 años socio del Club Nàutic Cambrils. ¿Cómo valora su evolución?
Debo decir que estoy muy contento con la nueva Junta Directiva actual. Pienso que se han puesto cosas en su sitio y muy bien.